N° 11. Luisa Margarita Sequera, el mapa de la vida



Texto: Yurimia Boscán



 
Cada persona tiene una representación de la realidad (“su verdad”) y a partir de ella se orienta en el territorio de su propia vida. Ningún mapa personal constituye una representación completa y detallada del entorno. Es apenas una guía que permite al individuo orientarse en el mundo para alcanzar sus objetivos.  O también puede servir para perderse

Guillermo Vega Zaragoza




Ella se llama Luisa Margarita Sequera Acosta y es profesora de Geografía egresada del Pedagógico de Caracas. Tiene una maestría y un doctorado, sin embargo, a pesar de todos los pergaminos que la acreditan, esta sencilla mujer ha apostado por una dimensión distinta de la educación, y se ha radicado como maestra de primaria en Laguneta de la montaña, una fría zona rural del municipio Guaicaipuro, donde abundan las mariposas, las flores y la neblina.

 
Luisa es una mujer de esas que la gente cree sólo que existen en la imaginación: Hermosa, sensible, amiga incondicional, investigadora, inteligente, emprendedora y con una solidaridad que se palpa en los besos y abrazos que le prodigan sus estudiantes cuando la ven llegar a la escuela.

La sonrisa de Luisa es una de sus más hermosas huellas, pues se confiesa feliz en medio de las múltiples marcas que la vida le ha dejado y que han ido configurando su naturaleza como madre, esposa, abuela, hermana, hija y amiga eterna de quienes ama.
Para Luisa su primera marca es haber venido al mundo con la ayuda de una experta comadrona, el 21 de junio de 1964 en pleno Solsticio de Verano.
Su parto no fue fácil, pues la niña venía de pie. Esta fue la primera evidencia de la rebeldía que la caracterizaría el resto de su vida.

La niña, bautizada Luisa por el santoral y Margarita en honor a quien la había traído al mundo, tuvo una infancia punteada por la humildad de su familia.

Ella describe a su mamá como una bellísima india de pelo liso y negro, y de hermosa voz, quien le traspasa su vocación de maestra y su apego por las cosas naturales y espirituales. A su padre Ramón, Luisa lo dibuja como un catirrucio criollito. cuyos azules ojos rinden tributo al mar venezolano. De él aprende el valor del amor, el cultivo de la paciencia, la humildad y la pasión por el andar eterno.


Para Luisa Margarita, como le gusta ser llamada, su cuerpo es un mapa de vida que exhibe las marcas de una niñez traviesa y feliz. 
 Un tiempo que resultó vital para aprender a respetar las diferencias y desarrollar su gran sensibilidad humana.  Para ella es emblemático el recuerdo de Daniel, un niño huérfano, quien a los seis años se convirtió en su primer gran amigo.

Cuenta que jugaban metras en el caserío de "El Rincón", en Los Teques, donde ella lo defendía de la viveza de los mayores.
La amistad con Daniel mostró a Luisa que ella tenía en la sangre una capacidad inquebrantable para valorar y defender al débil, quizás por eso tampoco desamparó a la niña que, impedida físicamente para ir a la escuela, ella se encargó de enseñar, ejerciendo una docencia empírica repleta de bondad.
 
Luisa enfatiza que en su retrato no deben faltar los juegos infantiles, pues con ellos adquirió las marcas más significativas, pese a las críticas de quienes no comprendían qué hacía una niñita jugando metras, perinola, papagayo, trompo,  carretillas, gurrufío, chapitas, la ere y el escondite.
 Las huellas de ese tiempo se tatuaron en su piel. Las cicatrices que bordan piernas y brazos, son orgullo para quien remonta la infancia como una aventura que debe ser agotada hasta la saciedad.

A los ocho años, Luisa se muda a Puerto Cabello, en el estado Carabobo. El trabajo de su padre como mecánico de maquinarias pesadas, vino acompañado de un cambio de territorio y trajo para la familia nuevas realidades: clima diferente, nueva escuela, nuevos amigos, nuevos vecinos, en fin, un cambio trascendental que hablaba de libertad.

El camino que años más tarde habría de seguir Luisa, lo traza su profesor de Geografía de Tercer Año, Amado Amador.

La metodología de enseñanza de Amador, despierta en la inquieta estudiante el amor por la geografía. La marca de lo que sería su futura vocación estaba hecha,  y paradójicamente había ocurrido en un lugar emblemático de playas, ríos y prodigiosa fauna marina.  Luisa era libre de recorrer aquellos parajes que, aún hoy, conforman los territorios oníricos de su interioridad.

 
La adolescencia  sorprende a Luisa coqueta y enamoradiza. A su afán por estudiar agrega la práctica apasionada del voleibol y su gusto por la música que escuchaban sus hermanas mayores. Tanto, que para estar a tono con el momento, Luisa transcribe las letras de las canciones en su cuaderno y se las aprende de memoria para sorprender a los amigos.
 La lectura fue otro descubrimiento. Luisa devoraba con vehemencia los libros de la biblioteca que su madre, maestra al fin, había comprado por partes.  Una de sus obras favoritas fue El arte de amar de Erick From, que aún hojea con interés. Hoy en día, el libro que la trastoca es El sabor del mundo, de David Le Breton.

Puerto Cabello es también evocación de sus miedos, pues dotada de una sensibilidad especial para lo extrasensorial, Luisa escucha ruidos y ve personas, por lo que cada noche arrastra su colchón hasta el cuarto de sus padres, quienes no logran persuadirla para que vuelva a su cama.

Sus momentos más felices eran cuando los truenos y temblores sacudían el lugar ocasionado fallas de luz, y toda la familia se reunía a dormir en la sala.

A los 18 años, y ya de vuelta en Los Teques, Luisa se enamora y tiene a su único hijo: José Ignacio. Se casa y comienza a batallar con los estudios en medio de las responsabilidades del hogar.


Cinco años después, se gradúa de profesora en la especialidad de Ciencias Sociales, mención Geografía, no obstante, decide separarse de su esposo y continuar su camino llena de optimismo en el amor del hijo.

 Por años trabaja en las escuelas y liceos de la localidad, por lo que, cansada de la rutina, comienza un posgrado en la Enseñanza de la Geografía, concentrada en la idea de mejorar su desempeño como docente del área.

En 1990 la invitan a participar en un programa educativo de la Dirección de Educación del Estado Miranda, llamado "Identidad Regional" …

Luisa se entrega a esa experiencia de investigación y formación de docentes en ejercicio, que tenía como base la Geohistoria, la Cultura y el Turismo de la entidad. 

 La formación de Luisa como geógrafa le permite dedicarse en cuerpo y alma al proyecto, en el que trabaja por más de 10 años, formando a numerosos docentes investigadores que multiplicaron la experiencia. La actividad, sistematizada y publicada, sirvió para difundir los elementos identitarios de las poblaciones mirandinas.
Paralelamente, Luisa se incorpora al Proyecto Libre Intercultural Guaicaipuro y desarrolla un intenso trabajo por la reivindicación de los derechos de los pueblos indígenas, llevando simbólicamente a Guaicaipuro al Panteón Nacional.

Por ese tiempo Luisa comienza a perfilar su corriente de trabajo, afianzando su ideología y dejándose encantar por la magia de la metodología Calendario Productivo Socio Cultural, a partir de la cual consolida su visión del mundo, se enamora del trabajo comunitario, de la investigación etnográfica, de la valoración de lo ancestral, de lo cultural, de lo productivo, de lo campesino y de lo indígena.

Luisa no se detiene nunca y como buena buscadora, sigue hurgando en senderos que tributan a su formación, pues para ella los caminos son esencia y meta.

Luisa no reniega de lo aprendido en el mundo formal de la Academia tradicional; sin embargo, su recién presentado trabajo doctoral en la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada, (UNEFA), da cuenta de las bondades de su propuesta en Pedagogía Intercultural, pues ésta evidencia la sapiencia de una comunidad rural ubicada en medio de las montañas. 

Luisa expresa su orgullo por haber vivido la experiencia de ser maestra rural, la cual define como la más intensa y profunda, pues la ha ayudado a convertirse en un ser humano integral, y es para ella es la más hermosa universidad.  Comparte su experiencia con la magia de ser formadora de formadores, lo que le ha permitido hacer una simbiosis entre su labor como maestra y como profesora universitaria.

Luisa se define como una persona libre, leal, humanista, revolucionaria, progresista, amante de la paz, de lo natural, de lo ancestral, de la inocencia de los niños y niñas.
La vida de Luisa está llena de marcas en su mapa personal, un mapa de vida que ha ido delineando su existencia para hacer de ella ese maravilloso timón que conduce a quienes la conocen a la tierra firme del amor universal…













2 comentarios:

  1. Luisa Margarita Sequera8/8/12, 10:58

    Yurimia. Amiga del alma.

    Quiero en principio felicitarte por la iniciativa de articular un proyecto tan interesante y significativo como este de “Retrato Hablado” que, además, muestra tu sensibilidad humana, expresa la creatividad propia de tu ser de artista y, acompaña los deseos de retratar a la gente desde las profundidades de sus vidas, donde se tejen los sueños, realizaciones, miedos, caminos, tropiezos, haceres, saberes, placeres, sensibilidades, conocimientos y una riqueza de tramas y pinceladas propias de una identidad personal unida indefectiblemente a identidades colectivas.
    Tu y Miguel logran combinar todo esto para sintetizar en una hora de programa radial y en materiales virtuales aquello que ha llevado años en construir. Esto puedo definirlo como un tremendo ejercicio de síntesis de la otredad pero que trasciende a tocar el alma de aquellos a quienes retratas, porque tú eres parte de esa historia, tu eres parte de ese colectivo sensible y movido por la sensibilidad de los otros. Eres genial y me siento una mujer privilegiada por tenerte como amiga y como hermana. Esta filiación nuestra que nació de una experiencia de trabajo que ambas compartimos de manos e ideas tomadas y que nos convirtió en cómplices eternas.
    En lo particular siento que has realizado una interpretación muy de fondo de mi historia personal, tienes la capacidad de encontrar las palabras, las frases, las canciones, las caricaturas, las fotografías y los comentarios que más se parecen a esos episodios de mi vida, tanto que me has dejado gratamente impresionada de tu profundidad para leer a los otros, para leerme en este caso. Eso para mi tiene un valor inconmensurable porque pocos seres logran tocar esa fibra sensible que todos tenemos, pero no consciente. El hecho de hacer consciente la trascendencia de un juego, de una mirada, de un amor, de una amistad, de una hermandad, de una marca, contribuye definitivamente a fortalecer nuestra esencia, de tener claro el camino, de profundizar en la identidad personal, de creer en los demás, de consolidar una ideología, de trabajar para lograr otro mundo posible y por lo tanto tener definido el camino a seguir en lo adelante para la felicidad colectiva.
    Amiga, se pierde de vista la significación de Retrato Hablado. Puedo seguir escribiendo cosas en este momento, pero mi compromiso es aportar ideas para continuar en lo adelante acompañando estas iniciativas. Dale mi abrazo y felicitaciones a Miguel que es parte de esta maravillosa idea y cuenta conmigo como siempre para continuar esta lucha y esta tarea por hacer de la vida el mejor regalo que los dioses de este indescifrable universo nos han dado.
    Los Quiero. Luisa Sequera. 08 de agosto de 2012.

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  2. El ejercicio más hermoso ha sido encontrarme en cada retrato que hago: Estaba en tus hallazgos de adolescente, en el libro de Juan salvador Gaviota de Rafa, en las lecturas de Hesse de Amelie, en la soledad de Natalia y en cada canción que ella canta, en los titubeos infantiles frente a un instrumento, como Neiffe, en la vida de Raúl, en las historias, que son miías, de mi hermano Walter y mi madre...en fin...nada soy sin todos ustedes. Gracias a la vida por haberme dado la oportunidad de encontrar a Miguel y construir estos retratos que tanto nos retratan...Cada voz es un privilegio de vida que me ofrenda su esencia GRACIAS A TI por tus palabras, a todos por sus palabras

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