Texto: Yurimia Boscán
Torno a mirar hacia el camino andado...
Mi marcha fue una marcha de soldado,
con paso vencedor, a todo estruendo;
con paso vencedor, a todo estruendo;
mi alegría una bárbara alegría...
Y en nada está la sombra todavía
del dulce mal con que me estoy muriendo
Andrés
Eloy Blanco
Hablar de Rafa Gómez es rescatar la palabra “amigo”
desde la alegría de quien se compromete con la vida en el gesto de ceder su
asiento, de arropar al hijo, de alimentar la mascota y de recorrer cualquier
distancia para el abrazo necesario, únicas maneras que tiene Rafa para recordar
que “cercano” no es sólo una palabra en el diccionario de los afectos…
Y
no podía ser de otra manera, porque la resina que lo recorre le fue dada por
sus padres, quienes le inculcaron los eternos valores de la amistad, del amor
por la música y el gusto por la lectura.
Juanita, su madre, es luchadora y jovial. Llegó a
Caracas proveniente de Santa Teresa del Tuy, y una vez en la capital, se gradúa
de profesora de castellano y Literatura.
Ella sigue poniendo el acento en las canciones que arrullan la infancia,
adolescencia y adultez de Rafa, pues para su contento, Juanita aún compone e
interpreta sus aguinaldos en la capilla Jesús, María y José de Sarría, donde
canta desde los 14 años.
Su
padre, Rafael Ángel, también puso lo suyo en la formación del hijo. Rafa lo
describe como un hombre adusto de corazón risueño, amante de los tangos y de la
música de Julio Jaramillo.
Rafa cuenta que su padre Nació en Humocaro bajo y
fue corresponsal de Fantoches. Ya en Caracas, se gradúa en la primera promoción
de periodistas titulares de la Universidad Central de Venezuela. De él hereda
la sensibilidad social en la sapiencia de saberse tejido que se entrecruza, y
permite que los hilos se templen y resistan, nutriéndose de los otros.
Rafa nació el 10 de noviembre de 1958 en la
parroquia Santa Rosalía, ubicada al
centro-sur del municipio Libertador de Caracas, en una Venezuela que, recién salía de la
dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y se abría de nuevo paso a una insurgencia armada que tenía la inclusión como premisa.
Son años que entrenan su caminar urbano por la
ciudad, haciéndose asfalto en medio de
la turbulencia vital de un tiempo que jamás le queda pequeño cuando de la
amistad y el compromiso se trata.
Rafa se enamora de una carrera que le cambia la
perspectiva del mundo. Comienza a estudiar Informática, a la par que cultiva
una profunda amistad con algunos profesores, entre ellos Marc Tondrieaux, un
cooperante francés que cumplía su servicio militar dando clases en el
Instituto, a quien un día Rafa le preguntó si conocía la obra de George
Brassens.
De ahí en adelante, las tertulias fueron rutina. ¿El
resultado? Del IUT egresa un consultor informático que sabe tanto de software
como de la canción de autor francesa…
El azar enrumba de nuevo su destino cuando, gracias a
su prodigiosa memoria para las letras, se decide su participación como cantante
en una presentación.
A finales de 1982 Rafa participa como cantautor en el Festival de la
Canción Mensaje de Abejales, en el estado Táchira, donde la profundidad de su
letra sorprende a uno de los jurados del evento.
Gracias al apoyo de Luis
Suárez graban un casete, del cual
repartieron 700 ejemplares. Rafa comenta que todavía hay gente que lo conserva,
y mucha que lamenta que se lo hayan robado.
Es el tiempo de la Canción Necesaria propuesta por Alí, quien lo invita
a participar en la organización de "LA CANCIÓN BOLIVARIANA", en
homenaje no oficialista al bicentenario del Libertador. La actividad le permite
compartir con cantautores de la talla de Facundo Cabral.
Para Rafa son sagrados los recuerdos de las
conversas sobre historia y filosofía que tenía con su viejo, así como las
tardes de cine, cuando juntos acudían a ver las películas de Louis Funes.

La
verticalidad de esos principios fortalece a Rafa en su andar vital por una
existencia, que se ha empeñado en trascender el tedio de vivir para subsistir.

Su infancia transcurre entre las correrías propias de los juegos
tradicionales de la época: la ere, el escondido, pelotita de goma, y los saltos
casi suicidas, al grito de “Enrique Peña” y “Caballito blanco”.
Estudia primaria en el colegio Moral y Luces y en la
Escuela Nacional Franklin Delano Roosevelt, la cual casi 50 años después sigue
exhibiendo un letrero que anuncia su pronta recuperación.
Los liceos Santiago Key Ayala y el Urbaneja Achepool
son los escenarios donde el inquieto jovencito se moldea en la cercanía
sincera, con los docentes que sellan su existencia en lo afectivo.

Ya
para entrar a la universidad, Rafa se debate entre la Filosofía y las
Matemáticas; sin embargo, el destino le abre una opción cuando acompaña a un
amigo a inscribirse en el Instituto Universitario de Tecnología de la Región
Capital.

Rafa refiere que al escuchar el nombre del poeta y
trovador anarquista, los ojos del profesor brillaron y éste esbozó una inmensa
sonrisa.

Rafa recuerda que la
música llega durante las tardes libres que pasaba en la casa de su amigo
Alberto Espinoza, un consumado intérprete de la guitarra, con quien aprende a
convertir el ocio en letras que hablaban de su amor por la gente y por la vida. Le siguen las cantatas en compañía del negro Villarroel, Waldo y el maestro
Fernando.

Rafa da sus primeros pasos públicos en las peñas organizadas
en la Sala Ocre, un espacio maravilloso
que mantenía Ana Ávalos en las riberas del Guaire, en la sede en exilio del
Partido Socialista chileno.

Se trataba de
Alí Primera, figura que, en lo sucesivo, será determinante en su compromiso con
las actividades del movimiento de cantores nacionales, a través del cual
comparte con los integrantes de dos grupos referenciales en la canción social
venezolana: Los Guaraguao y el Grupo Ahora.
En 1983, Rafa y su amigo
Alberto Espinoza conjuntamente con Felipe Bellorín y Wolfgan Roa Roa le dan
vida al grupo NOSOTROS, con el cual recorren los escenarios universitarios de
la capital y gran parte de Venezuela.


De esa época guarda un recuerdo magistral.
Dice que al entonar el coro
de la canción Santa Libertad, en el
encuentro que anualmente se realiza en el pueblo de Los Arangues, en Lara,
sintió un eco profundo que parecía atravesar el desértico paraje. Al voltear, vio a Ali y al Gordo Páez coreando
la canción frente a otro micrófono. Su
corazón estalló de gozo.
Rafa comienza a tocar en la Pizzería Delia,
espacio que cobijó a los nacientes valores musicales durante diez años y se
convirtió en referencia para la bohemia citadina.

Estos espacios fueron el escenario para los jóvenes talentos que emergían con las
propuestas musicales que marcaron el sentir de entonces.
En 1985, de la mano de Félix Allueva,
Rafa se integra al movimiento "MUSICA Y POESIA DE LA CALLE" el cual lo
hermana a numerosos cantautores urbanos. Dos años después, NOSOTROS se
desintegra y Rafa, acompañado de su guitarra, se suma al movimiento
"Amigos de Lucho" en apoyo a Luis Lucsik para despertar el interés
por la seguridad social de los artistas ancianos.
En los 90 se incorpora a Proyecto
Sueños de Venezuela, y durante más de una década recorre el país junto a
intelectuales, poetas, artistas plásticos, cantores, compositores y creadores
nacionales e internacionales

Su carrera como solista va en línea con el trabajo que emprende con sus
amigos Gregorio Yépez “Goyito”, e Yván Pineda, con quienes conforma “Aljibe de
tres cantautores”.
Se confiesa “tocado” por las obras Las claves del cielo, de Leszek
Kolakowski, El vagabundo de las estrellas,
de London, y Los propios dioses, de
Asimov. El venezolano Andrés Eloy Blanco tiene para Rafa un sitial especial
como poeta de cabecera.
Entre los músicos referenciales, respeta profundamente al cubano FRANK
DELGADO, quien ha resistido en embate de lo comercial, y a quien define como un
gran compositor.
Actualmente, Rafa vive en Parque Central, en pleno corazón de Caracas.
Trabaja en la producción de sus próximos discos.
Con la guitarra en ristre,
Rafa sabe que las transformaciones son
inevitables; sin embargo, sigue ejerciendo el canto como posibilidad; de allí su deseo de ser recordado por las sonrisas que ha sembrado.
Cantautor comprometido con las causas comunitarias y
el crecimiento colectivo, Rafa Gómez está convencido de que el camino del
conocimiento y del corazón es más colaborativo que combativo…
Por eso, a pesar
de ser convicto y confeso cultor del cambio, Rafa le es fiel a la palabra de
Cabral en su inmenso empeño de "VIVIR EN VOZ ALTA".
No hay comentarios:
Publicar un comentario